He recorrido muchos caminos
donde he respirado polvo ajeno que levantaban otras vidas
que pasaban rozando la mía
y yo siempre quedaba en la cuneta esperando una buena alma
que se apiadara de mi cuando el barro ya me cubría hasta las
rodillas.
Pero aprendí a buscar guaridas
cuando la luna me sorprendía en los caminos solitarios.
Aprendí a cobijarme al abrigo de otros cuerpos
cuando el frío me calaba hasta los huesos.
He dormido en muchas camas extrañas
a las que nunca volví.
He grabado muchos ojos en mis pupilas.
Ojos por los que hubiera matado.
He amanecido en calles extrañas y
me he bebido el licor de todos los bares.
Muchas veces he jurado en vano
y he asegurado delante del interesado
que nunca volvería a hacerlo.
Pero nunca cumplí mi palabra.
Volví a tropezar mil veces en la misma piedra.
Volví a recorrer caminos inciertos, vacios, cotidianos
y volví a llenarme de luna llena.
Busqué los caminos que llevan al mar
intentando buscar un refugio.
Intentando dejar mis huellas en la arena por si tú salias a
buscarme.