El honor de vivir con honor gloriosamente,
el patriotismo hacia la patria sin nombre,
el sacrificio, el deber de labios amarillos,
no valen un hierro devorando
poco a poco algún cuerpo triste a causa de ellos mismos.
Abajo pues la virtud, el orden, la miseria;
abajo todo, todo, excepto la derrota,
derrota hasta los dientes, hasta ese espacio helado
de una cabeza abierta en dos a través de soledades,
sabiendo nada más que vivir es estar a solas con la muerte.
¿Son todos felices? Luís Cernuda.