... encaminóse a los fuelles,
los volvió hacia la llama y les mandó que trabajasen. Estos soplaban en veinte
hornos, despidiendo un aire que avivaba el fuego y era de varias clases: unas
veces fuerte, como lo necesita el que trabaja de prisa, y otras al contrario,
según Hefesto lo deseaba y la obra lo requería. El dios puso al fuego duro
bronce, estaño, oro precioso y plata; colocó en el tajo el gran yunque, y cogió
con una mano el pesado martillo y con la otra las tenazas.
La Ilíada - Canto XVIII. vv. 468. Homero
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