Sémele, filla del rei Cadmo de Tebas, mare de Dionís- Baco.

Es aquest blog sobre pintura i escultura. Però… mitològica, pagana. És un món antic, clàssic, fantàstic, personal en el que vos vull endinsar fins on arriben els límits de la imaginació i contemporitzar-lo. És un espai per compartir amb vosaltres imatges bellíssimes del cos humà, perquè així ho feien els grecs.


dissabte, 8 de març del 2014

He trobat aquest llibre i ...

He trobat aquest llibre en la tenda del Caixaforum i es genial, vos deixe aquest xicotet fragment.

SIMULACROS. El efecto Pigmalión: de Ovidio a Hitchcock. Victor I. Stoichita.

        En la segunda edición de Las vidas de los pintores, escultores y arquitectos (1568) Vasari dedica un capítulo a Jacopo Sansovino y a su obra maestra. Vasari relata el nacimiento de una “obra maestra” propiciando la mitificación de la obra de arte y del artista. Pero en este relato lo más extraordinario es la descripción de como el modelo Pippo enloquece.
La schize

La correspondencia entre las “actitudes” y la locura recuerda la antigua relación entre movimiento del cuerpo- movimiento del alma, en la que coinciden Filosofía Natural y Teoría del Arte. En el Renacimiento, y particularmente desde el tratado Della pittura de Leon Battista Alberti (1435- 1436), se creía que “los movimientos del alma se conocen a través de los movimientos del cuerpo” (i movimiento d’animo si conoscono dai movimenti del corpo). Dicho esto, desde la perspectiva del modelo, la mejor vía para crear la acción sería “mimar la pasión”. Al esforzarse en la pose, fenómeno que el valiente discípulo experimentó en su propio ser. Hábil, pero implacablemente dirigido por Jacopo Sansovino, la labor del modelo consistía precisamente en ir dando a su cuerpo la apariencia propia de un “verdadero” Baco, dios del furor y del delirio sacro. ¿Es exagerado pensar que si las sesiones le resultaron fatales, no fue sólo por el frío invernal, o por el celo excesivo con que el modelo asumió su tarea, sino también (y sobre todo) a causa de “otro padecer” que correspondía precisamente al carácter específico del “movimiento del alma”.

La schize define, por una parte, la personalidad polimórfica del dios del vino y de la fiesta y, por otra, la profesión de actor y aquellas que le son afines, entre las que se encuentra el oficio de modelo. Cuando la tarea de un modelo es la de interpretar a Baco, la mezcla puede resultar explosiva, y nadie mejor que el pupilo de Sansovino para demostrarlo. Dicho de otro modo, Pippo del Fabbro no enloqueció por haberse afanado hasta el paroxismo en su labor de modelo, sino sobre todo porque su tarea consistía en imitar precisamente a Baco, dios del exceso y del arrebato.


        En el “juego de rol” al que Pippo se somete éste cambia de piel, al remodelarse en las actitudes catalépticas, mediante los drapeados que Vasari menciona con insistencia (lenzuola o altri panni grandi, e’ quali bagnati se gli recava adosso all’ignudo). Pero el juego no acaba aquí, otro elemento se suma a la interpretación de sus actitudes y a los húmedos drapeados. Éste consiste precisamente en la exageración de un impulso fundamental, el de la intensificación de la verticalidad, que se expresa en su ascensión a los tejados, en encaramarse a plintos, zócalos o chimeneas, interpretados desde otra perspectiva por la “sintomatología báquica” según se entendía en la época: “el delirio divino es el que nos eleva a cosas superiores”. ¿Locura del modelo, máscaras intercambiables de dios de los comediantes, o ambas a la vez?... El tránsito de aprendiz dotado – así como Vasari lo describe-, a modelo excelente se realiza mediante un cortocircuito fatal: en lugar de hacer estatuas, el aprendiz se vuelve estatua.