Alma entregada y esencia sumisa, no lo reconoces porque te
da miedo darte cuenta. Temes reconocer que tus deseos se apartan del
convencionalismo, por eso no quieres abrir los ojos, no quieres probar, no
quieres buscar, conocer y entregarte. Quieres dejar encerrados, en el lugar más
recóndito de tu mente, esos pensamientos obscenos, enfermos, raros y anormales
que te hacen excitar como nada nunca ha hecho. Pero tu obscenidad, rareza,
anormalidad y enfermedad no es más que el resultado de tu propia mente, de tus
propios límites, de ti mismo y de tu propio enjuiciamiento.
Admite que tus deseos forman parte de ti.